Los buenos pensamientos Parte I

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo dig no de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo dig no de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

Texto de Introducción para memorizar

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo  lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo dig no de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

 

Nuestro tiempo es llamado el siglo de los problemas mentales, pues la mayoría de las  enfermedades existentes tienen su localización en la propia mente humana. Según al gunos especialistas, es posible contraer una determinada enfermedad física sólo por el  simple hecho de creer que se la tiene. No es la mente la que genera la enfermedad, sino  que la manera en cómo pensamos es la que puede determinar hasta qué punto queda remos vulnerables a ellas. De esta misma manera sucede con el pecado y la vida espiri tual. Cuanto más pensamos en el pecado, más frágiles quedaremos. Cuanto más pen semos en el Cielo y en lo que Cristo fue capaz de hacer por nosotros, cuanto más con templemos el carácter de Cristo, más semejantes a Él nos convertiremos, y más fuertes  espiritualmente y cercanos de Dios estaremos. 

Hoy ya no quedan más dudas de cuánto nuestros pensamientos pueden determinar  nuestro destino, pues todo comienza exactamente en los pensamientos. Hasta una  muerte puede germinar por medio de los malos pensamientos. Del mismo modo, los  buenos pensamientos pueden promover la vida, y vida en abundancia. 

Ante tantos beneficios provenientes de los buenos pensamientos, debemos aprender a  cultivar esos pensamientos y aprender a dominar y disciplinar la mente. Cultivar los pen samientos correctos no es tarea fácil, y exige constante ejercicio, pero por el poder de  Dios, podemos vencer los malos hábitos que se originan en el pensamiento y hacer cau- 

 

Lecturas adicionales 

“Cada uno de nosotros debe realizar la obra individual de ceñir los lomos del entendi miento, ser sobrios y velar en oración. La mente debe ser controlada con firmeza para  que se detenga solamente en asuntos que fortalecerán los poderes morales. La juventud  debiera comenzar temprano a cultivar hábitos correctos de pensamiento. Todos debiéra mos disciplinar la mente para usar solamente los canales saludables y para cerrar aque llos que contienen lo malo. El salmista exclama: “Sean gratos los dichos de mi boca y la  meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (Salmo  19:14)”. 

“Mientras Dios obra en el corazón por medio de su Santo Espíritu, el ser humano debe  cooperar con él. Los pensamientos deben sujetarse para no contemplar cosas que debi liten y manchen el alma. Los pensamientos deben ser puros y las meditaciones limpias  si queremos que nuestros dichos sean gratos al cielo y que sean de ayuda para aquellos  con quienes nos asociamos. Cristo les dijo a los fariseos: “”¡Generación de víboras!  ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del corazón  habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el  hombre malo, del mal tesoro del corazón saca malas cosas. Más yo os digo que de toda  palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque  por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:34- 37)”. 

“En el Sermón del Monte, Cristo presentó a sus discípulos los principios más incluyentes  de la ley de Dios; les enseñó que la ley puede ser transgredida en pensamiento antes  que el deseo pueda ser llevado a cabo. Por eso estamos bajo la obligación de controlar  nuestros pensamientos para traerlos en sujeción a la ley divina” (Review and Herald, 12  de junio, 1888). 

Los pensamientos: Raíces de la conducta 

Marcos 7:21-23; Lucas 6:45; Romanos 8:5-8 

El éxito en la vida cristiana depende grandemente de la calidad de nuestros pensamien tos; del mismo modo, el fracaso en la vida cristiana también depende de la fragilidad de  los pensamientos. 

Todo, exactamente todo, comienza en los pensamientos. Si no aprendemos a dominar  los pensamientos haciéndolos cautivos a “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, to do lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre”, difícilmente  nos alejaremos de la posibilidad de convertirnos en esclavos del pecado. El Espíritu  Santo difícilmente logrará hacer algo por nosotros si no lo ayudamos en el control de la  calidad de nuestros pensamientos. Pablo, al concluir este pasaje de Filipenses, enfática  afirma: “En esto pensad” (Filipenses 4:8). 

Hoy hay un vasto mercado de ofertas que fácilmente nos inducirá a los malos pensa mientos. Diarios, novelas, revistas mundanas, libros, afiches, películas, diseños, son una  gran vidriera llena de imágenes e informaciones cargadísimas de cosas que inducen la mente hacia la sensualidad, la liviandad, la corrupción, la deshonestidad, la degradación  moral y la violencia. Todo lo que entra en las avenidas del alma es almacenado y regis trado por la mente realizando el rol de amoldarnos a la cultura del mundo. Solamente se remos capaces de notarlas cuando la tentación esté próxima. De este modo, si presta mos atención, percibiremos cuánto más frágiles y sensibles estamos ante la fuerza del  pecado. El pecado es poderoso, a punto tal de ser capaz de hipnotizarnos. Sin embargo,  el hecho de que cedamos ante su influjo, no dependo únicamente de su poder de atrac ción, sino de cuánto estemos desprotegidos por el Espíritu Santo, frágiles por haber sido  moldeados según los dictámenes del mundo. Si estamos en el proceso de transforma ción del carácter, los pensamientos son la fuente primaria para que toda la estructura de  protección sea posible. El carácter de Dios estará siendo gradualmente impreso en no sotros, pero eso jamás sucederá si continuamos dándole rienda suelta a los pensamien tos. Elena G. de White es bastante enfática al escribir: “Si los pensamientos son malos,  los sentimientos serán malos; y lo pensamientos y sentimientos combinados forman e  carácter moral” [Mensajes para los jóvenes, p. 90]. 

Dios necesita de personas puras e inmaculadas en nuestros días, pero la contaminación  con las impurezas del mundo impide que cualquiera represente a Dios y sea usado por  él. Recordemos que somos exactamente lo que pensamos, y con seguridad, Dios tiene  en cuenta lo que somos. La razón por la cual muchos cristianos hoy son esclavos del  pecado es porque entorpecen sus mentes con cosas que no alimentan el espíritu cristia 

no, y sí la naturaleza carnal. 

Lecturas adicionales 

“’El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal te soro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla su boca’ (Lu cas 6:45)”. 

“La constitución de la mente es de tal naturaleza, que ésta debe estar ocupada con lo  bueno o con lo malo. Si adopta un nivel bajo, generalmente se debe a que se le ha per mitido espaciarse en cosas comunes… El hombre tiene la facultad de regular el trabajo  de la mente y de dirigir la corriente de sus pensamientos. Pero esto requiere un esfuerzo  más grande del que podemos hacer por nuestro propio esfuerzo. Debemos fijar nuestra  mente en Dios, si queremos tener pensamientos rectos y temas elevadores para la me ditación. Pocos comprenden que es su deber ejercer control sobre sus pensamientos y  razonamientos. Resulta difícil mantener a la mente indisciplinada fijada sobre temas pro vechosos. Pero si no se emplean debidamente los pensamientos, la religión no puede  florecer en el alma. La mente debe preocuparse de cosas sagradas y eternas, de lo con trario encontrará gozo en pensamientos superficiales e insignificantes. Deben discipli narse tanto las facultades intelectuales como las morales, y éstas se fortalecerán y cre cerán mediante el ejercicio”. 

“A fin de comprender correctamente esta cuestión, debemos recordar que nuestros co razones están naturalmente depravados, y que somos incapaces, por nosotros mismos,  de seguir una conducta correcta. Solamente por la gracia de Dios, combinada con los  esfuerzos más sinceros de nuestra parte, podemos obtener la victoria”. 

“En la fe cristiana hay temas en los cuales cada uno debiera acostumbrar su mente a  espaciarse. El amor de Cristo Jesús, que sobrepasa el conocimiento, sus sufrimientos  por la humanidad caída, su obra de expiación por nosotros, y su exaltada gloria —éstos 

son los misterios en los cuales los ángeles desearían mirar. Los seres celestiales en cuentran en estos temas suficiente atracción para interesar a sus meditaciones más pro fundas; y nosotros, a quienes esto concierne tan íntimamente, ¿manifestaremos menos  interés que los ángeles, en el maravilloso amor redentor?” 

“El intelecto, tanto como el corazón, deben consagrarse al servicio de Dios. El tiene de recho a todo lo que hay en nosotros” (Nuestra elevada vocación, p. 113). 

“La mente natural tiende al placer y la autogratificación. El plan de Satanás es producir  esto en abundancia. Trata de llenar las mentes de los hombres con deseos de diversio nes mundanales para que no tengan tiempo de hacerse la pregunta: ¿Cómo anda mi  alma? El amor al placer es infeccioso. Entregada a él la mente corre de un lado para el  otro siempre en busca de diversiones. La obediencia a la ley de Dios contrarresta esta  inclinación y erige barreras contra la impiedad…” 

“La capacidad de gozar de las riquezas de gloria será desarrollada en proporción al de seo que tengamos de esas riquezas. ¿Cómo podremos desarrollar una apreciación de  Dios y de las cosas celestiales a menos que lo hagamos en esta vida? Si permitimos  que las exigencias y los cuidados del mundo absorban todo nuestro tiempo y nuestra  atención, nuestras facultades espirituales se debilitan y mueren por falta de ejercicio. En  una mente entregada por completo a cosas terrenales está cerrado todo acceso por el  cual pueda entrar luz del cielo. La gracia transformadora de Dios no se siente en la men te o el carácter” (En lugares celestiales, p. 160). 

Los pensamientos como fuente de angustia 

Hechos 14:2; 15:24; Gálatas 3:1 

Hay personas que anticipan el sufrimiento y la muerte antes de su debido tiempo. Co nocía personas que viven bajo la carga del temor debido al cultivo de pensamientos  sombríos de una vida insegura y de personas amenazadoras. De igual manera, aún en tre los cristianos adventistas, hay personas que viven constantemente azorados por el  temor a los períodos del zarandeo y al tiempo de angustia de Jacob. Con esto terminan  anticipando para su vida particular las profecías que aún están en el futuro. También  están los que, al decepcionarse con algún pastor o con la iglesia en general, cultivan el  pensamiento de que siempre estos nombrados estarán equivocados, en sus posturas y  actos. Por este motivo viven constantemente angustiados, nerviosos y frustrados por al go que en la mayoría de las veces no existe. Sin embargo, el cultivo de tales pensamien tos contra la iglesia los lleva siempre al sufrimiento por creer que la iglesia está, como un  todo, en plena decadencia y apostasía. Con esto ya no confían en los líderes, ni en los  pastores, por lo que viven siempre perplejos, angustiados. Sea lo que fuere lo que la  iglesia haga, para ellos siempre estará equivocada. 

En el mundo, especialmente cuando algo pequeño o grande sucede generando miedo,  aprensión, inseguridad y frustración, puede generar traumas psicológicos casi irrepara bles. Para aquellos que no logran administrar bien estos traumas o los que se ve en los  noticieros cargados de violencia, siempre serán perseguidos por la angustia mental. En  la mayoría de las veces los motivos por sentirse angustiados pueden no existir, pero el  cultivo de esos pensamientos negativos los hace sentir como si esas razones efectiva mente existieran. Por esta y otras razones, deberíamos alejarnos de los noticieros que  presentan tanta violencia y crímenes. Nos ahorraríamos mucho sufrimiento y angustia.

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Si tendemos a albergar sentimientos negativos, es importante que comencemos a prac ticar el ejercicio mental con el propósito de aprender a bloquear tales pensamientos,  permitiendo que la mente se espacie en las cosas que traen paz, seguridad y tranquili dad emocional. Si esto no sucede, seremos siempre víctimas y las personas y sistemas  que nos rodean siempre constituirán una molestia y traicioneros para nosotros. 

Elena G. de White, percibiendo este problema en algunas personas, advirtió seriamente  para que “no arrojéis sombra sobre la vida de los demás”. Llevar nuestro negativismo a  otras personas, “las aparta de él para empujarlas a las redes que Satanás tendió ante  los pies de los descarriados. En vez de pensar en vuestros desalientos, pensad en el  poder a que podéis aspirar en el nombre de Cristo” [El ministerio de curación, p. 388].  Recordemos que Dios nos puede ayudar a cultivar buenos pensamientos y a vivir en paz  duradera. Así seremos capaces de disfrutar de salud y longevidad. 

Lecturas adicionales 

“Satanás está empleando todos los medios posibles para popularizar los crímenes y vi cios degradantes. No podemos recorrer las calles de nuestras ciudades, sin encontrar  llamativos relatos de crímenes presentados en alguna novela o en un teatro. Se educa la  mente para familiarizarla con el pecado. En los diarios se expone la conducta de las per sonas degeneradas y viles, y todo lo que pueda excitar las pasiones se presenta ante la  gente en la forma de provocativas historias. La gente oye y lee tanto respecto a los deli tos degradantes, que la conciencia antes sensible, que hubiera rechazado con horror ta les escenas, se endurece y se detiene en ellas con ávido interés” (Meditaciones matina les 1952, p. 89). 

“El pecado de la calumnia comienza cuando se acarician malos pensamientos. El enga ño incluye la impureza en todas sus formas. Al tolerarse un pensamiento impuro y acari ciarse un deseo no santificado, el alma se contamina y se compromete su integridad.  ‘Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el  pecado es consumado, produce la muerte’ (Santiago 1:15). Para no cometer pecado, te nemos que resistir sus mismos comienzos. Todo afecto y pasión han de sujetarse a la  razón y a la conciencia. Todo pensamiento no santificado debe ser repelido inmediata mente. Encerraos en vuestros cuartos, seguidores de Cristo. Orad con fe y de todo cora zón. Satanás procura haceros caer en su trampa. Para escaparos de sus tretas, es pre 

ciso que recibáis ayuda de lo alto” (Testimonios para la iglesia, 

Pensamientos saludables 

2 Pedro 3:1, 2

tomo 5, p. 165). 

Como ya hemos mencionado en el comentario de la Lección anterior, nuestra calidad de  vida tiene mucho que ver con los pensamientos que transitan por nuestra mente. Hasta  en lo que respecta al crecimiento espiritual, debemos cultivar pensamientos de fe, devo ción y entrega a Dios. Elena G. de White escribió que “Dios manda que llenemos la men te con pensamientos grandes y puros. Desea que meditemos en su amor y misericordia,  que estudiemos su obra maravillosa en el gran plan de la redención. Entonces podremos  comprender la verdad con claridad cada vez mayor, nuestro deseo de pureza de co razón y claridad de pensamiento será más elevado y más santo. El alma que mora en la  atmósfera pura de los pensamientos santos, será transformada por la comunión con  

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Dios por medio del estudio de la Escrituras (Palabras de vida del Gran Maestro, pp. 39,  40). 

Aunque vivamos en un mundo lleno de miseria, injusticia, corrupción, traición y violencia,  no necesitamos espaciar nuestros pensamientos en esa atmósfera. Podemos claramen te vivir bajo el ambiente celestial cultivando siempre el pensamiento de que pronto esta remos con Cristo y con nuestros amigos en la eternidad. Debemos también alimentar el  pensamiento de que hay personas perdidas que están necesitando respirar el aire celes tial que nosotros respiramos. Así seremos impulsados a ir detrás de estas personas para  ofrecerles lo más maravilloso que tenemos: a Cristo. 

Nuestra mente debe estar en constante armonía con la mente de Cristo a punto tal de  que podamos decir: “Y no vivo ya yo, sino que Cristo vive en mí”. Nuestra mente necesi ta urgentemente desligarse un poco de los problemas de esta vida y concentrarse  drásticamente en Cristo, su amor y su bondad, especialmente en lo que respecta a la  Segunda Venida con gran poder y gloria. Así viviremos más y mejor, además de ser una  influencia positiva para el fortalecimiento mental de otros. 

Lecturas adicionales 

“No es suficiente solo oír o leer la Palabra; el que desea sacar provecho de las Escritu ras, debe meditar acerca de la verdad que le ha sido presentada. Por medio de ferviente  atención y del pensar impregnado de oración debe aprender el significado de las pala bras de verdad, y debe beber profundamente del espíritu de los oráculos santos”  (Palabras de vida del Gran Maestro, pp. 39, 40). 

“El hombre, ‘cual es su pensamiento en su alma, tal es él’. Debemos vigilar estrictamen te nuestros pensamientos, pues un pensamiento impuro hace profunda impresión en el  alma. Un pensamiento malo deja una mala impresión en la mente. Si los pensamientos  son puros y santos, el hombre mejora por haberlos acariciado. Aceleran el pulso espiri tual y aumentan el poder para hacer el bien, Y así como una gota de lluvia prepara el  camino para otra en el humedecimiento de la tierra, un buen pensamiento prepara el  camino para otro”. 

“Los pensamientos mismos no deben correr sin freno. Deben ser contenidos y sujetados  a la obediencia de Cristo. Consagradlos siempre a cosas santas. De este modo, median te la gracia de Cristo serán puros y sinceros”. 

“Debemos sentir siempre el poder ennoblecedor de los pensamientos puros”. 

“Aunque estemos rodeados de una atmósfera corrompida y manchada, no necesitamos  respirar sus miasmas, antes bien podemos vivir en la atmósfera limpia del cielo. Pode mos cerrar la entrada a toda imaginación impura y a todo pensamiento perverso, ele vando el alma a Dios mediante la oración sincera. Aquellos cuyo corazón esté abierto  para recibir el apoyo y la bendición de Dios, andarán en una atmósfera más santa que la  

del mundo, y tendrán constante comunión con el cielo” (La fe por la cual vivo, 

  1. 224).

“Necesitamos un sentido constante del poder ennoblecedor de los pensamientos puros y  de la influencia perjudicial de los pensamientos malos. Concentremos nuestros pensa mientos en cosas santas. Sean ellos puros y verdaderos; pues nuestra única seguridad  para el alma está en el pensamiento correcto. Hemos de usar todo medio que Dios ha  

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puesto a nuestro alcance para el gobierno y el cultivo de nuestros pensamientos. Hemos  de traer nuestra mente a la armonía con la mente de Cristo. Su verdad nos santificará,  cuerpo, alma y espíritu, y seremos capaces de elevarnos por sobre la tentación” (Refle jemos a Jesús, p. 300). 

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