TRES HORAS DE TINIEBLAS Y OSCURIDAD (MATEO 27: 45)
Toda la tierra quedó sumida en la oscuridad (Marcos 15: 33-34; Lucas 23: 44-47). Esta fue una oscuridad intensa (acompañada de un gran silencio) por tres horas que cubrió toda la tierra desde el mediodía hasta las tres (3 p.m.) y era una oscuridad intensa, una concentración de fuerza como la oscuridad que Dios mandó en Egipto (Éxodo 10: 21-23). ¡Ya Jesús había estado sufriendo en la cruz por tres horas! (desde las 9 a.m. hasta el mediodía o 12 p.m.)
No fue un simple fenómeno natural ni un eclipse de sol, sino algo sobrenatural y milagroso. De hecho, nunca un eclipse solar ha tenido tres horas de duración (pues lo máximo conocido y extraordinariamente solo ha tenido una duración de poco más de media hora, y lo normal es solamente de uno a siete minutos).
Además, durante los días de celebración de la pascua en Jerusalén el 14 del mes de Nisán (o días cercanos), era anualmente la fecha de la luna llena, cuando entre la tierra y el sol no estaba la luna sino justo en el otro extremo. Es decir, la tierra queda en medio entre el sol y la luna y por lo tanto el sol no puede ser eclipsado.
EL VELO SE RASGÓ EN DOS (MATEO 27: 51a)
El velo “se rasgó” en dos cuando Cristo murió en la cruz (Marcos 15: 37-39; Lucas 23: 44-46). Y de “arriba abajo” (Mateo 27: 51; Marcos 15: 38): demostraba que los hombres no lo hicieron (era muy pesado). Recuerde que necesitaba 300 hombres para levantarlo (según el historiador Augusto Flavio Josefo). Al rasgarse los misterios que habían estado ocultos en el Lugar Santísimo, a lo largo de muchas generaciones, fueron expuestos a la mirada de todos los creyentes
El velo (gr. katapétasma): era una gruesa “cortina” interior: 18 metros de altura y 10 centímetros de espesor y que aún a “dos caballos” atados a cada uno de sus extremos, les era imposible rasgarlo, compuesta por 72 cuadrados cosidos, y era tan pesada que se necesitaba 300 hombres para levantarla (según el historiador Augusto Flavio Josefo). De color azul predominante y muy decorativo con todo tipo de imágenes.
“Rasgar”: partir, dividir, cortar, partir, abrir, romper en dos de arriba abajo.
(gr. Sjízo)
Estas fue una de las “señales asombrosas” que acompañaron la muerte de Jesús: fue un poder sobrenatural y milagroso (no humano) cuando el “velo” se rasgó en dos (por la mitad) Era el velo en el Templo de Herodes y de “arriba abajo”. ¡Cual sorpresa para los sacerdotes que estaban realizando sus sacrificios vespertinos! (3 pm) y el templo estaba lleno de peregrinos. ¡Fue el fin del templo, de los sacerdotes, los sacrificios y el judaísmo!
El “velo” rasgado en dos simbolizaba que Cristo hizo posible que todos (los creyentes) entraran directamente a la presencia de Dios (lugar santísimo). ¡De hecho el “velo” mantenía lejos a los hombres de Dios! (En el sentido de intimidad verdadera) y solo entraba el sumo sacerdote y únicamente duraba allí (lugar santísimo) mientras rociaba la sangre del cordero sobre el altar y luego salía rápido y esperar el otro año para volver a entrar.
Significa también que Cristo “abrió” el camino, la apertura y también la entrada libre, abierta y ampliamente a Su presencia (lugar santísimo). ¡El acceso directo a todo acto de devoción en Su presencia! (Hebreo 6: 19, 20; 9: 1-7). Analicemos lo que la Biblia enseña al respecto:
“Así que, hermanos, teniendo libertad para ENTRAR en el Lugar Santísimo por la SANGRE (muerte o sacrificio) de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos ABRIÓ a través del velo, esto es, de su carne, (Hebreos 10: 19, 20). (Efesios 2: 18; Hebreo 9: 8, 12). ¡Ahora debemos entrar a Su presencia con corazón sincero y fe! (Hebreos 4: 16; 10: 22; 11: 6).
REFLEXIÓN:
Aprovechemos esta cobertura que tenemos, de entrar a Su presencia (lugar santísimo) todas las veces que queramos y cuando queramos. ¡24/7 para nosotros! ¡Qué privilegio tenemos! Recuerde que antes solo lo hacía el sumo sacerdote y una vez al año). Lo importante que cada vez que vallamos a Su presencia o al trono d la gracia, lo hagamos confiadamente (Hebreos 4: 16; 10: 22; 11: 6)..
LA TIERRA TEMBLÓ (MATEO 27: 51b)
Fue un terrible y grande terremoto (vr. 54). Cuando Cristo murió la misma tierra dio testimonio de Su inocencia del que así fue perseguido y contra la impiedad de los perseguidores. ¡Él es el rey de la tierra! Observamos en la Biblia que cada vez que el Señor se manifestada, temblaba la tierra (Éxodo 19: 18; 2 Samuel 22: 8; 1 Reyes 19: 11; Salmos 18: 7; 77: 18; Isaías 29: 6; Jeremías 10: 10; Nahúm
1: 2, 5).
Lo inamovible fue sacudido por la muerte de Cristo. Cristo no tocó la tierra: Él fue elevado sobre la tierra en el madero. Él moría, pero al hacer a un lado Su poder, en el acto de la muerte, Él hizo que la tierra bajo Sus pies temblara. Además, el día llegará cuando el Cristo con poder y gloria, en Su venida triunfal aparezca sobre la tierra, y a su tiempo todas las cosas que son, serán enrolladas y desechadas.
LAS ROCAS SE PARTIERON (MATEO 27: 51C)
La parte más firme, sólida y dura de la tierra (las piedras y rocas) sintió también los efectos de la muerte de Cristo en un sólo instante. Estaba clamando y proclamando la gloria del que moría (Lucas 19: 40). ¡De hecho Cristo es la roca! (Hechos 4:11, 12; 1 Corintios 3: 11). “Él no murió por las rocas. Sin embargo; las rocas fueron más tiernas que los corazones de los hombres, por quienes Él derramó Su sangre” (Spurgeon).
SE ABRIERON LOS SEPULCROS (MATEO 27: 52)
Por la fuerza del mismo terremoto que hendió las rocas o piedras. Ahora también abrió los sepulcros o tumbas (lo destruyó y resquebrajó).
MUCHOS SANTOS SE LEVANTARON (MATEO 27: 52, 53)
Hubo una resurrección literal, física, corporal, real y glorificada de muchos cuerpos de santos. ¡Fueron levantados o despertados por el poder del Señor y volvieron a la vida! (Daniel 12: 2). ¡La muerte del creyente es como un sueño! (Juan 11: 11-14). ¿Quiénes se fuero esos santos que se levantaron? ¿A quiénes se aparecieron, en qué forma y con qué frecuencia? ¿Qué dijeron o hicieron? ¿Son secretos de Dios? (Deuteronomio 29: 29).
Lo cierto es que cuando “Cristo resucitó” al tercer día (de Su muerte), ellos (los santos que “salieron” de sus sepulcros) “entraron” a la ciudad y se “aparecieron” (testificaron resurrección) a muchos (no a todos). ¡Sólo lo así hicieron hasta después que Cristo resucitó! (1 corintios 15: 20-23).
¡Lo cierto es que estos que se “levantaron” (abandonaron sus tumbas), eran los “trofeos” visibles y manifiesto, de la “victoria” de Cristo en la cruz (obra redentora), sobre los poderes de la muerte!
Pudieron haber sido los santos de la antigüedad (patriarcas) o aquellos que sin haberle visto ni conocido pusieron su esperanza en el prometido de Dios, cosa que ahora esperamos también en el día final los creyentes que hemos confiado en él para la salvación (Romanos 8: 11; 1 Corintios 15: 2023, 50-53; 1 Tesalonicense 4: 16, 17).
CONVERSIONES MILAGROSAS (MATEO 27: 54)
Tenemos primero la conversión salvadora del “malhechor” o ladrón (Lucas 23: 39-43). De hecho, el término “paraíso” (vr. 43) es una palabra antigua persa, que traduce como jardín y es sinónimo de cielo (2 Corintios 12: 2-4).
También tenemos la conversión del “centurión” (cien soldados a cargo o un centurio) y los que estaban con él custodiando a Jesús y todos dijeron: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios” (Mateo 27: 54). El en caso específico del “centurión” dio gloria a Dios y dijo: “Verdaderamente este era justo o inocente” (Lucas 23: 47). El “centurio” era el encargado de los soldados que arrestaron a Jesús el jueves por la noche (lo más probable) y quienes se quedaron con Jesús para que no escapara o nadie se lo llevara. Y estuvieron con Él en los juicios políticos y religiosos que le hicieron a Cristo. Ellos habían sido los que se burlaron, escupieron y le pegaron
Ellos (los soldados) le habrían arrojado la túnica vieja de un soldado (como si hubiese ido una túnica real. Los mismos que le colocaron una caña en Su mano (cetro) y la corona espina en Su cabeza. ¡Todo este proceso de Cristo hasta la cruz fue visto y oído por estos soldados! ¡Y algunos de ellos lo clavaron en la cruz! (pudieron haber sido cuatro). Eran hombres inmisericordes y endurecidos y trataron al Señor como el peor de los malhechores. Echaron suertes para quedarse con la ropa de Jesús, se sentaron a verlo morir (como a los otros), se escucharon todas las palabras que Cristo expresó desde la cruz, etc. Después ellos experimentan lo imposible e inesperado: algunos de los milagros de Cristo en el calvario (la oscuridad, el terremoto, las rocas partidas).
Es en este contexto cuando los soldados y el centurión dicen: “verdaderamente este era el Hijo de Dios” (Mateo 27: 54). Tal vez se lo habían oído del mismo Señor (Juan 19: 7) “y verdaderamente este hombre era justo” (Salmos 16: 10; Isaías 53: 11; Jeremías 23: 5; Lucas 23: 47). ¡Así se registra la conversión de estos que tanto daño le hicieron al Señor Jesucristo! ¡Ellos llegaron a la fe, en el momento mismo que Cristo murió!
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